El último campeonato de Tiburones de La Guaira: Una larga sequía y "la maldición de Chivita"

01-16-2024
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(Getty Images)

El béisbol en el Caribe es diferente. Desde que el popular deporte desembarcó en la zona, su crecimiento fue exponencial y casi que de inmediato República Dominicana, Puerto Rico, Cuba y Venezuela se convirtieron en los ejemplos más sobresalientes. En el último de estos países, hay un equipo que también marca diferencias por encima del resto. 

Tiburones de La Guaira, equipo de una ciudad ubicada a las orillas del mar, disfruta la pelota a su manera. De hecho, en el país es conocido por tener a la fanaticada más alegre, pasional y animada de las ocho franquicias que conforman la Liga Venezolana de Béisbol Profesional. Ah, y también por ser el equipo con menos suerte de las últimas décadas. 

Los escualos nacieron en la temporada 1962-1963, luego de que el equipo Licoreros de Pampero (1955) fuera vendido a José Antonio Casanova, quien terminó siendo su primer manager. Junto a otros socios, trasladó sus filas al estado litoralense, donde se arraigó. 

A partir de entonces, los éxitos llegaron rápidamente. En la 64-65 levantaron su primer campeonato, sumando el segundo la campaña siguiente. Hasta la fecha, han sido siete los trofeos levantados con igual número de subcampeonatos. ¿La última final? El año pasado, cuando perdieron en seis juegos ante Leones del Caracas. 

A pesar de esto, su sequía se ha extendido hasta el punto de que (salvo Bravos de Margarita, que no ha ganado título alguno), es la franquicia con mayor cantidad de tiempo sin ser campeón en la LVBP. 

¿Cuándo fue la última vez que Tiburones de La Guaira fue campeón?

Pues para dar con la respuesta, hay que ir atrás en el tiempo; más en sí a los años 80. En la temporada 1985-1986, los Salados venían de ser campeones el año anterior y tuvieron un gran equipo consigo: Alfredo Pedrique, Raúl Pérez Tovar, Argenis Salazar, Gustavo Polidor y Oswaldo Guillén eran algunos de los nombres más destacados. Este último, hoy en día, es el manager. 

Aquel equipo fue conocido como La Guerrilla, y disputó cuatro finales en esa década. Aquel campeonato lo llevaron a la definición de siete juegos ante los Leones del Caracas, consagrándose en el decisivo, por pizarra final 2-0. 

Al año siguiente repitieron en la final, pero fueron barridos por los capitalinos en cuatro juegos, por lo que la hazaña del triplete quedó pendiente. 

Sin embargo, los años de gloria se transformaron en los de la frustración y desencanto. Tiburones pasó de ser un equipo competitivo a uno que apenas llegaba a semifinales, pero que no volvió a una definición de campeonato hasta la 2011-2012, cuando se enfrentaron a los Tigres de Aragua, perdiendo en seis juegos. 

Es por ello que, al inicio de la 2023-2024, La Guaira cumplió 38 años sin celebrar con su afición. 

La supuesta maldición de Chivita 

Si bien la directiva del equipo hizo malas gestiones entre los años 90 y 2000, muchas personas le atribuyen la larga sequía a una supuesta maldición de alguien bastante particular en la pelota venezolana: Jesús Chivita Lezama. Este icónico personaje fue conocido por muchos como el fanático más ferviente en la historia de Leones del Caracas. 

Oriundo de Delta Amacuro, una lejana provincia de Venezuela con raíces en la comunidad de los waraos, población indígena de la zona, se trasladó a Caracas después de vivir unos años en Trinidad y Tobago y desde entonces se hizo fanático de la pelota y -más aún- del conjunto capitalino, que nació como Cervecería Caracas y luego cambió su mote a Leones. 

Lezama fue adoptado por el equipo y siempre estuvo presente en los juegos disputados en el parque de la Ciudad Universitaria. Vivió hasta los 104 años, edad que tenía cuando falleció en 2023. 

De Chivita, cuenta la leyenda que fue él quien hizo un embrujo a La Guaira para que no ganaran más. "El Dios Warao del Delta los castigó. No van a ganar nada mientras esos directivos estén ahí. La maldición que yo les eché sigue en pie, sigue vigente. Así lleven a Papa Dios como quinto bate, ¡no ganarán! Lo lamento por los fanáticos, que no tienen culpa”, recordó en una entrevista realizada a El Diario en febrero de 2023. 

¿La razón? Pues La Guaira y Caracas compartían el mismo estadio Universitario, por lo que se turnaban la localía. Cuando Tiburones jugaba como dueño de casa, la samba siempre estaba presente (hasta hoy en día). A la directiva rival no le gustaba esto, por lo que decidieron prohibir la entrada del grupo animador, mientras ellos eran Home Club. 

Por ende, la directiva litoralense, presidida por Humberto Oropeza y Antonio José Herrera, le prohibieron a Chivita la entrada a Lezama al estadio, cuando éstos eran los locales. 

“Los señores Oropeza y Herrera me mandaban a sacar del estadio como si fuera un delincuente. ¿Qué culpa yo tenía de eso? Eran decisiones de los directivos”, dijo, al tiempo que aclaró que lo de la supuesta maldición no fue en serio. "Yo creo en Dios, no en la brujería”, dijo. 

Lo cierto es que, curiosamente, tras la partida física de Chivita La Guaira está en una nueva final y luce más que favorito. Al día de hoy se ha clasificado en el Round Robin y la ilusión en el Litoral esta más viva que nunca. ¿Retumbará la samba en Miami para la Serie del Caribe?